EN LA PUERTA DE AL LADO
Por: Caterina Valentino
Pareciera un despertar…
Como me lo decía un sociólogo político hace uno días, no podemos subestimar a los pueblos. No pueden los que conducen los destinos de una nación hacer oídos sordos a lo que millones de personas piden cada vez con más fuerza: Transparencia y Libertad.
Justo al lado; nuestra vecina Brasil, está viviendo una de las crisis políticas más profundas de su historia. La designación del ex presidente Lula en el cargo de ministro en jefe de Gobierno podría traducirse, según medios internacionales, como el “peor error político” de Dilma Rouseff que además, enfrenta bajísimos índices de popularidad y escaso apoyo para evitar un juicio político en el Congreso.
La presidenta brasileña, apenas dijo “buen día” en el acto para investir a su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva cuando estalló la confusión en el mismo salón donde transcurría la ceremonia oficial. Un diputado crítico a la designación de Lula gritó “vergüenza” y fue expulsado del palacio presidencial de Planalto. Y es que creo que la palabra calza perfecto. Vergüenza, por hacer caso omiso de las millones de voces que se han alzado para decir que NO quieren seguir inmersas en la corrupción.
Pero luego de la designación de Lula, todo se complicó tras la divulgación de la grabación de una conversación entre el ex presidente y Rousseff, donde pueden escucharse claros indicios de que el objetivo de su designación excedía los motivos políticos. Citando a el diario O Globo de Brasil: “¿La palabra «complicidad» será demasiado fuerte para aplicarla a una presidenta de la República y a un ex presidente que se apuran en amañar un artificio desesperado para que la corrupción siga impune, la justicia quede paralizada y sus privilegios intactos?”.
Como era de suponer, la afrenta presidencial al Estado de Derecho provocó una rápida y masiva reacción de indignación en todo el territorio brasileño; pues, para los expertos esto representa una clara interferencia a la justicia en Brasil que afecta la gobernabilidad y que deteriora el sistema democrático al mal poner fines partidistas por encima de los intereses permanentes de una nación.
En mi humilde opinión, debe imperar en situaciones tan complejas como ésta, el tacto, la prudencia y sobre todo y por encima de todo, el RESPETO. Más de 1,4 millones de personas se movilizaron por las principales ciudades de Brasil para pedir un freno a los escándalos desatados en el Poder Ejecutivo y convocar un juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff. Una señal de enorme significado que fue simplemente obviada.
Y no sólo obviada. La respuesta impensable. Se decide una designación que a todas luces es prepotente al desafiar al Legislativo –que por cierto ya se ha pronunciado en torno al caso-, a las fuerzas políticas de Brasil y lo más importante a su propio pueblo.
Todo esto en la puerta de al lado. En la hermana Brasil.
Y me voy a la otra puerta, Colombia. Un paro nacional sacudió la paz de nuestros hermanos colombianos el pasado 17 de marzo, para manifestar la indignación que ha venido creciendo por la deteriorada situación financiera. Citando al diario colombiano El Espectador: “Si bien existen algunas señales positivas dentro de la crisis, no es mucho lo que el Ejecutivo puede hacer si no logramos poner como objetivo el combate al principal enemigo de los recursos escasos: la corrupción”.
Concluyo. Luego de analizar lo que viene ocurriendo en países vecinos queda claro que el voto no es suficiente. Los latinoamericanos están reclamando democracias efectivas. Sistemas que brinden servicios de salud, educación, movilidad social, progreso y, sobre todo, que no se tolere el desvío de fondos públicos. En otras palabras: Vivir dignamente y, lo más importante, terminar con ese flagelo que está acabando con nuestras sociedades: La corrupción.
Venezuela, no escapa a estas solicitudes y sería justo y necesario que los que dirigen los destinos de la nación entiendan, analicen con lupa y con inteligencia resoluta lo que está ocurriendo muy muy cerca…En la puerta de al lado.
Esperemos, los que deben, escuchen lo que ya comienzan a gritar los pueblos de nuestra América Latina y ojalá logremos países hermanos donde impere la transparencia, el respeto y sobre todo, la libertad.
Lo mejor debe estar por venir.
¡Dios nos bendiga!
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