Yo pensaba en ella y a los minutos me escribió por instagram. Sin haber cruzado palabra antes, y a cientos de kilómetros de distancia, la marabina y fotógrafa Vannesa Porras Iwasiuk intercambió números telefónicos con este barbudo, para arrancar una larga conversación que nos invitó a conocer cómo la “comida entra por los ojos”.
Aunque la fotografía la descubrió a ella, mientras se refugiaba del calor en el aire acondicionado que tenía el laboratorio fotográfico de la Universidad Dr. Rafael Belloso Chacín, en Maracaibo; Vannesa consiguió sentirse cómoda tras el lente de una cámara durante sus estudios de Diseño Gráfico -carrera de la cual poco ha ejercido- y con los viajes que hacía con su padre para fotografiar la Alta Guajira.
Sin embargo, estos primeros pasos la fueron acercando a lo que hoy es su pasión, pero sobre todo, lleva el pan a su mesa: la fotografía gastronómica. “Si no lo ves, no lo compras, y más ahora con las redes sociales. La comida es una experiencia que abarca los cinco sentidos, que nos conecta con todo, y la vista, es el primer sentido que aborda”, reflexiona Vannesa.
La fotógrafa explica que el comer es un ritual que nos permite interactuar “con la familia, con tu cultura u otras culturas”, es un acto netamente social como lo expresa Miro Popic, pues va más allá ser una necesidad humana; por tanto, es importante que los alimentos inviten a disfrutar este encuentro social a través de los sabores.
Conectando con el entorno
Graduada en fotografía y estilismo en el RMIT University de Australia, Vannesa logra conectarse con la gastronomía por ser -como ella misma de define- de “paladar necio”, pues con un padre colombiano y una madre rusa, los sabores con los que creció en Maracaibo se sumaron a los de sus padres, ampliándole de esta manera el panorama al momento de comer.
“La comida nos va rememorar algo, nuestros familiares, lugares que hemos visitado, siempre nos conectará con un aspecto de nuestra vida, por eso que antes de fotografiar un plato me gusta conocer un poco sobre el trabajo que realiza el chef, dónde trabajó anteriormente, cómo hace los cortes. Todo lo que pueda conocer será importante al momento de hacer la fotografía”, detalla Vannesa.
La zuliana añade que también intenta conocer los elementos del local y su contexto, pues toda la información que tenga la ayudará a conectarse con el producto. “Tenga o no la cámara, en mi mente busco la composición del alimento para conocer qué lo hace provocativo y cuáles aspectos puedo resaltar para hacerlo atractivo al público. El éxito de la fotografía se consigue cuando logras evocarle algo positivo a quien lo observa”.
Cámara en mano
“Sino lo haces en la producción, no lo salvarás en la postproducción”, recuerda Vannesa esta frase de su profesor en Australia, razón por la cual trata de hacer todo en la fase de producción. Pinceles, espátulas, jeringas, tapa bocas, guantes y demás herramientas especializadas son las armas de esta fotógrafa para abordar el plato en el set, “pues no me gusta editar mucho las fotografías”.
Intenta en la medida de sus posibilidades de trabajar con luz natural, ya que para ella el flash es una luz corregida que produce sombras muy duras a los alimentos, “haciendo que el cerebro lo perciba como falso y no le resulte apetecible. En los últimos años la fotografía gastronómica –que anteriormente se llamaba publicitaria o de producto– ha cambiado mucho. Antes una foto de fondo blanco era lo ideal, ahora se trabaja con el contexto en que será servido el plato”.
En sus primeros trabajos en el país, intervenía los alimentos con productos que consiguió traerse del exterior, pero ante la situación actual del país, ha visto como su creatividad ha aumentado para poder lograr resaltar los alimentos con los mismos productos que se consiguen en el local. “No se trata de crear un producto falso, pero si hacerlo más atractivo y parecido a lo que se le servirá al comensal en el restaurante”, aclara Vannesa.
Educando a todos
“No intento, ni quiero, ser asesora de restaurante, pero a veces hay que darle consejos a los dueños y a los chef de cómo presentar un producto para hacerlo más llamativo”, enfatiza la zuliana, quien con varios años de experiencia confiesa que es importante educar a los dueños de negocio, pues al no comprender el concepto fotográfico que debe tener su producto, terminan contratando un novato que –si bien le resultará económico al momento– no hará una buena foto e impactará negativamente la rentabilidad del local.
“Nunca será igual fotografiar una carne cruda, que cocida. Esto lo puede saber es una persona con experiencia en el área de alimentos. Lo mismo ocurre con el helado. Ambos –carne y helado– tienen factores que hacen su fotografía muy compleja, que un dueño de negocio debe conocer al momento de seleccionar la persona que hará la fotografía”, destaca Vannesa.
Con más de cuatro años en el país dedicados a este rubro, la marabina también ha emprendido una cruzada en enseñar a los amantes a la gastronomía cómo deben fotografiarse los alimentos. “En esta área todo es válido cuando está sustentado, pero hay elementos que debe cuidarse y cada día se ven más y más desastres publicados en las redes sociales”.
Ante esta situación, Vannesa ha dedicado parte de su tiempo en dictar una serie de talleres donde explica a fotógrafos y aficionados, cómo pueden mejorar la aventurar de inmortalizar en una imagen sus alimentos preferidos. La intención es explicarles a los participantes algunos trucos que puedan realizar con la cámara o su celular.
De esta manera, la especialista considera que puede contribuir a mejorar este “boom” de redes sociales y fotografía gastronómica en el país, que tanto llama la atención a comensales como empresario, pero más aún, a los jóvenes emprendedores que están en la búsqueda permanente de innovar y hacer mejor las cosas.
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