LAS DOS VENEZUELAS
No importa cuando leas esta columna, tendrá vigencia…
Un día cualquiera, cualquier día de la semana, porque aquí fines de semana no hay. Todos los días están marcados por una agenda de protesta. Comienza la movilización. Bajo la lluvia o el sol, la gente con pancartas, gorras, banderas, pitos, ahora máscaras antigás, paños con vinagre y otros adornos, se mueve hacia el punto final de la manifestación.
Antes de comenzar a cruzar esa línea, que algunos decidieron es prohibida, arranca la represión. Gente que corre de un lado al otro. Gente que se ahoga. Socorristas moviendo personas, heridos, jóvenes, adultos, niños. Todos presos de la angustia y el miedo. Todos presos por la represión que no da tregua.
Pero, todo eso está pasando, y a dos cuadras del lugar, los restaurantes de la zona están con mesas ocupadas; gente, unas tiendas más allá, comprando, otros comiendo, haciendo diligencias, pues; como si nada. Como si no pasara nada. Sí. Como si no pasara nada. Como si esta tragedia no les toca a ellos también. Como si estuviéramos hablando de otro país, no en el que viven. Son las dos realidades paralelas. Son las dos caras de una misma Venezuela.
Indigna, frustra, porque resulta que esta lucha no es de unos pocos. Esta lucha es de TODOS, sobre todo cuando los más jóvenes están dejándolo TODO en la calle. La peor de todas las enfermedades es la indiferencia. Si esto continúa así, aquí no hemos aprendido NADA. Venezuela siempre ha sido así, unos le echan ganas duro, otro esperan por los resultados de aquellos que salen a arriesgar incluso sus vidas. Unos votan, los otros aprovechan ese día para ir a la playa y descansar. Unos luchan, los otros tuitean y postean. NO. No se construye un país así, un país que hoy está prácticamente en ruinas excepto por su gente, esa que siempre está en primera línea, por todos.
No nos estamos jugando cualquier cosa. Se trata de la permanencia de este país. Se trata de su vida en democracia. Se trata de los años de esfuerzo y trabajo de familias enteras que se van por la borda, se trata de las cientos de despedidas en los aeropuertos, se trata…de la LIBERTAD.
El mensaje ha llegado, pero nos toca seguir transmitiéndolo. Seguir diciéndole al mundo lo que pasa, y sobre todo y por encima de todo, lograr el compromiso de TODOS para que se termine de respetar la decisión de un país, porque hoy la inmensa mayoría de los venezolanos rechaza vivir de esta forma inhumana, enajenada.
Espero que cambie, que se entienda, y que cuando vuelvas a leerla, esta columna, haya perdido vigencia.
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