Cada uno tenemos en nuestro núcleo familiar o en nuestro círculo de amigos muy cercanos alguna persona que ha tomado la dura decisión de emigrar a nuevas tierras, hemos – con lágrimas en los ojos – convertido el aeropuerto Internacional Simón Bolívar en una especie de capilla velatoria de sueños a cumplir en tierras venezolanas, hemos tenido que dar el feliz cumpleaños, los buenos días, la bendición y hasta hacer el papel de psicólogos criollos a través de video conferencia o llamadas conectadas a miles de kilómetros. Hemos escuchado “Vente que así sea lavando carro sales adelante” pero es ahí está el dilema ¿Nos Vamos o Nos Quedamos?
Si nos vamos, entregamos la tierra que nos vio nacer a un Gobierno que ve la emigración como mecanismo de depurar el país de gente critica, valiosa y opositora a la dictadura, si nos vamos dejamos atrás el país más maravilloso del mundo (la mejores playas, grandes montañas, selvas, nieve, desiertos, monumentos naturales inigualables) y nos iremos a tierras desconocidas. Si nos vamos le quitaremos la oportunidad a nuestros hijos de ser venezolanos, un título de gran privilegio. Si nos vamos cambiaremos la arepa, el pabellón, el quesito blanco, el quesito de mano, las caraoticas del desayuno, las empanadas, el papelón con limón, el jugo de caña por otra gastronomía totalmente desconocida. Si nos vamos veremos con mucho dolor y frustración desde suelo extranjero cómo hemos entregado el mejor país del mundo.
Si nos quedamos tendremos que soportar los peores escenarios económico, social y político de toda nuestra historia (pero la tormenta pasará). Si nos quedamos tendremos que luchar contra la frustración, el desanimo, la indignación pero sobre todo contra la indiferencia, la apatía y la excusa para poder salir adelante, tendremos que entender que esta carrera no es de velocidad sino de resistencia. Si nos quedamos tendremos que dejar de estudiar el panorama con las vísceras y meterle cuotas altas de cerebro al análisis de esas estrategias que nos presentan los líderes y que al principio vemos como un enorme acto de traición; pero al final terminamos diciendo: “Tenían Razón”.
Si nos quedamos debemos entender que una salida por la violencia amerita una continua violencia para mantener el poder y no queremos tener un país en una guerra interminable, debemos entender que es muy fácil hablar como un Rambo Mesiático en las redes sociales pero es muy difícil ser un ciudadano armado de bandera, consignas, pito y cacerola contra centenares de asalariados armados con verdaderos fusiles, tanquetas y otras armas mortales.
Debemos entender que la mayoría del país no tiene acceso a redes sociales y que cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de ir a tocar sus puertas y llevarles un mensaje de aliento, de esperanza pero sobre todo explicarles de forma clara por qué cada día su situación es más precarias, enseñándoles los verdaderos responsables de dicha situación y organizando su accionar contra ellos (de forma pacífica pero contundente), si nos quedamos, debemos entender que esta lucha no es exclusivamente de los políticos o de los grupos de resistencia sino de cada uno de nosotros porque solo sumando voluntades podemos lograr todos los objetivos y rescatar la libertad y la democracia.
Todos hemos estado tentados a irnos, tener una mejor calidad de vida, tener la oportunidad de formar una familia fuera de nuestras fronteras; pero también debemos ver que los mejores logros en la vida llegan a través del trabajo, la lucha, el sacrificio y la constancia, Venezuela va a cambiar estoy plenamente seguro de eso, hoy vale la pena luchar por lo que vale la pena tener.
Por Venezuela vale la pena cualquier sacrificio. Lo vamos a lograr. Sigamos avanzando.
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