Desde el 11 de septiembre de 2001, el mundo cambió para siempre. Los atentados registrados en distintas ciudades de EE.UU., quedaron grabadas en las páginas de la historia para el planeta. Además de lo grave y oscuro del episodio, la principal arma de la que se valieron los terroristas fueron los aviones comerciales.
El terrorismo es una actuación criminal sistemática, violenta, capaz de coaccionar ideas, países y sociedades enteras. Retomando el episodio que tuvo lugar hace más de quince años, fue un hecho que obligó a la industria turística mundial a adaptarse a nuevos niveles de maldad y violencia, que para muchos, -incluyéndome-, resulta imposible de comprender.
La industria aeronáutica realizó cambios inmediatos dentro de las aeronaves, reforzó el material de las puertas de la cabina, el control de acceso a la misma; así como el entrenamiento y capacitación de pilotos, sobrecargos y aeromozas. Se modificaron los manuales de procedimientos, instructivos, y algunas aerolíneas incorporaron personal de seguridad con entrenamiento anti terrorista.
Los aeropuertos robustecieron sus sistemas; impulsaron el desarrollo de mejor y más moderna tecnología, a fin de prevenir el ingreso de objetos y materiales peligrosos. Las áreas de acceso, migración y facilitación, estrechó alianza con organismos de seguridad de todo tipo, para suministrar de manera oportuna, información de quienes abordan de cada avión, solo por mencionar algunos cambios.
Lo sucedido se internalizó en la psiquis de los pasajeros y aun, hoy día, permanece como una sombra en todos nuestros viajes. Sin embargo, Estados Unidos supo abrirse camino y con el paso del tiempo retomó la actividad de vuelos internacionales y flujos naturales internos de pasajeros. De eso hace década y media.
En los últimos dos años, hemos visto como la actividad de organizaciones yihadistas, han concentrado su accionar en Europa y Oriente Medio, convirtiéndose en común ataques en celebraciones con gran concentración de personas en destinos turísticos de amplia envergadura.
Algunos expertos consideran que la actividad turística concentra dos principios opuestos para los extremistas islámicos: el lujo y el placer, por lo que resulta atractivo para los terroristas, ejecutar planes en escenarios histriónicos del turismo mundial por lo que definitivamente son el escenario ideal para cometer tan horribles actos de cobardía.
Países como Francia y Alemania, tienen la capacidad de superar todas las pruebas que les toque afrontar. Son países que más inmigrantes de Oriente Medio han recibido de toda Europa. Son potencias mundiales y la grandeza de su gente, así como su historia, les permite sortear todas las vicisitudes. Ejemplo de ello, está en haber realizado la Eurocopa 2016 en suelo francés. Este evento que concentra y atrae a fanáticos del futbol a nivel mundial se llevó a cabo sin hechos que lamentar -a excepción de tradicionales conflictos entre hinchas que por demás está decir que también opacan, aunque en menor medida De igual forma, De igual forma el Tour de France, concluyó su última etapa en Des Champ-Élysées, sin percances.
Por su parte, el pueblo alemán de tradición viajera por excelencia, ha decidido en el último semestre elevar su cuota de trayectos y desplazamientos internos evitando, en algunos casos, el uso de aeropuertos, pero manteniendo su sed de conocer y viajar durante todo el año. Alemania goza de destinos sumamente apetecibles y económicos que lo ubican como el corazón de este continente.
Regresando a nuestro entorno, Venezuela, se encuentra bastante lejos, de calificarlo como objetivo terrorista. Nuestros demonios en materia de seguridad tienen otro rostro. Aun así, las alertas emitidas por distintas naciones a los ciudadanos que emprendan un viaje hacia nuestro país, también tienen un efecto negativo en la opinión internacional.
La delincuencia y los niveles de violencia que vive nuestro país, propone escenarios parecidos a los que puede presentar países víctimas de estos ataques terroristas. A fin de cuenta, el miedo es libre, y verse involucrado en una situación o hecho de violencia extrema, tiene el mismo resultado, aunque la motivación inicial sea distinta.
Tenemos por delante un reto grande, de gran envergadura como venezolanos. Contra todo pronóstico debemos sortear y superar todos los males que aquejan a nuestra sociedad y a nuestra industria turística. La prevención sin duda, es la mejor herramienta para combatir estas tragedias.
Las medidas adoptadas en otros países, debemos tomarlas como referencias tangibles para superar estos males. No se trata de inventar el agua tibia, se trata de asumir con responsabilidad y seriedad actos delictivos como el terrorismo de manera objetiva, a fin de sumar a la lista, otro peso adicional que incline la balanza, de manera negativa a nuestro país.
A pesar de los trágicos eventos, la industria turística crece de manera sostenida cada año. Ha demostrado con éxito su capacidad de reinventarse y superar con pasos firmes, ser a prueba de todo. Seamos inteligentes, abordemos este tren cargado de progreso y ¡marchemos juntos al éxito de nuestros destinos turísticos!.
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— CaraotaDigital (@CaraotaDigital) 18 de agosto de 2017
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