ROSAS Y ESPINAS
Por: Caterina Valentino
Después de haberlo dado todo, seguimos anclados; más que en el mismo lugar, en un punto mucho peor. Así estamos hoy.
Los que hemos decidido seguir; a expensas del dolor, nos hemos planteado sin duda el debate de ir o no a unas elecciones regionales -¿Para qué?-, es la pregunta de rigor. Para muchos ha habido traición, para otros, incompetencia; lo cierto es que contra este enemigo jamás había luchado la oposición, jamás los venezolanos formados en democracia, y eso quedó demostrado con la derrota, de la que se habla en cada rincón de Venezuela tras la instalación de una Constituyente, por la que el país no votó. Tras los más de 120 días de protestas, de paros, trancazos, la desesperanza circunda en el país, es el país. Se apoderó de él.
Ante lo desconocido, no se puede ser ni ingenuo, ni subjetivo; pero el peor de los escenario es quedarse impávidos. No actuar, dejar que se pierdan los pocos espacios conquistados. “Fue un error” es una frase común entre quienes estuvieron de acuerdo y en contra de la decisión de abandonar la contienda electoral hace casi 10 años, promovida principalmente por Acción Democrática (AD) y Copei y a la que se plegaron luego de intensas discusiones, toldas como Proyecto Venezuela, Primero Justicia (PJ), Un Nuevo Tiempo (UNT) y el Movimiento Al Socialismo, entre otras. Fue un costosísimo error, no haber participado en las elecciones de la Asamblea Nacional de 2005.
Está claro. No se trata de una decisión política sencilla. Echar por la borda la acumulación de fuerzas que arrancó en el año 2006 y que concluyó con la victoria electoral de 2015; sería imperdonable, por muchas razones, harto obvias. Entiendo perfectamente el punto de algunos expertos y letrados como Don Mario Vargas Llosa, quien expuso en una columna en El País de España: “¿Hay alguna posibilidad de que sean unos comicios de verdad, donde gane el más votado? Yo creo que no“, y seguramente tendrá razón; pero dejar el camino limpio al que quiere hacer trampa sin siquiera dar la batalla es inexcusable.
Como lo dijo recientemente el padre Luis Ugalde; respetado representante de nuestra iglesia católica venezolana, “no somos ingenuos. Con estas votaciones no acabaremos con la dictadura, pero son una buena oportunidad para movilizarse, activar a la población, mejorar su organización y calentar la calle con nuevos temas y motivos. Activarnos contra el hambre y la criminal prohibición de la ayuda humanitaria internacional y por las gravísimas carencias que sufre la mayoría de la población en comida y medicinas, con salarios cada vez más pobres con inflación cercana a 900%”.
La respuesta entonces, acerca de participar o no en las regionales, queda clara.
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