A lo largo de estos 18 años de la mal llamada revolución -mejor llamarla involución- hemos visto como la palabra diálogo se ha convertido en una estrategia macabra de burla, generadora de tiempo para el régimen. Cada vez que necesitan un poco de oxígeno o quieren generar el rechazo del pueblo hacia la oposición ponen en su lenguaje las frases mágicas “vamos a dialogar”.
Un verdadero debate en tiempos de democracia es una herramienta valiosa para lograr acuerdos entre partes, muchos países desarrollados lo usan para ponerse de acuerdo, construir y avanzar, pero en el caso de Venezuela donde tenemos un Gobierno dictador, maquiavélico, manipulador el diálogo es un arma creadora de desmotivación, frustración y burla para un pueblo sediento de justicia.
Hemos pasado por varias etapas de conversaciones en estos 18 años desde el retorno de Chávez, luego del Carmonazo en el 2002 hasta los más recientes anuncios en República Dominicana; todos a mi parecer infructuosos por la naturaleza desleal del Gobierno.
Hemos tenido de mediadores a presidentes de varios países, a reconocidas figuras políticas del mundo y hasta el Papa ha servido de mediador y al final solo terminan ganando tiempo y generando rechazo del pueblo hacia los líderes opositores.
Hoy hemos aclarado que no hay diálogo, solo podría darse una negociación con lapsos y planteamientos claros y cumplibles entre ellos que se fije la fecha de las elecciones presidenciales que corresponde al 2018 según nuestra Constitución vigente, que se liberen a los presos políticos (566 según el Foro Penal) que cesen las inhabilitaciones, que se respete la Asamblea Nacional y que se acepte la ayuda humanitaria.
Por el lado del oficialismo ellos buscan oxigenarse ante la fuerte presión internacional y lograr que la oposición reconozca la Constituyente y sus poderes que rige en Venezuela desde el cuatro de agosto.
Ahora analizando el panorama electoral, la intención de votos del madurismo llega solo al 17% según los últimos sondeos de Datanálisis, hay un enorme riesgo de perder las elecciones presidenciales por lo que resulta poco estratégico que ellos acepten participar y si la oposición reconoce la Constituyente, pudiese jugarse una de sus piezas más radicales y es desconocer a través de ella cualquier votación democrática.
Aquí el diálogo por todas las vías es infructuoso, solo nos queda negociar la transición de un gobierno que sale por la puerta de atrás dejando la mayor crisis económica, política y social de nuestra Venezuela. Tendremos que recoger los vidrios y seguir avanzando.
The post Diálogo o negociación ¿Cuál es la salida?; por Christian Jiménez appeared first on Caraota Digital.