Nunca se sabe cuando los necesitará,
lo curioso es que nadie podrá decírselo
Juymar García
Para todos mis lectores no es un secreto por la situación de salud que ha estado atravesando mi esposo, hemos hecho campañas en las que, gracias a todos ustedes, en especial a mis seguidores y mi casa #CaraotaDigital vamos saliendo airosos, tampoco puedo dejar de agradecer a la gente hermosa que he conocido en Farmacia de Alto Costo del IVSS y del Complejo Hemato-Oncológico y Radiología Dr. Domingo Luciani de El Llanito.
Sin embargo, mis niveles de fenitoína están a punto de colapsar, tal como le ocurrió a él, porque esta prueba de sangre no se realiza en el ningún laboratorio del país; y si estoy cometiendo un error agradeceré a quien me diga dónde se puede hacer.
La fenitoína, también llamada difenilhidantoína, es un antiepiléptico/anticonvulsivo de uso común que debe ser administrada de forma terapéutica y que puede causar serios daños de no ser monitoreada.
Pero esos conceptos deben ser abordados por especialistas médicos y yo no lo soy. Soy una ciudadana común que necesitaba esta prueba a tiempo, así como miles de niños, adultos, enfermos, accidentados y un grupo especial diagnosticados como epilépticos que deben estar al tanto de sus valores para evitar las convulsiones y las serias consecuencias que estas dejan neurológicamente hablando.
Mis niveles deben estar bajando cada día, y los de usted también, estamos a punto de ser una convulsión colectiva, las posibilidades del rescate son nulas ante un evento espasmódico y están latentes, no existe mano médica ni milagrosa que pueda frenar lo que es inminente: La Convulsión.
No sé si mañana podamos recuperar los niveles óptimos, tampoco sé si los tratamientos de diálogo y presión en las redes funcionan, pero insisto en que existen dos vertientes que no podemos seguir dejando para después: Un canal humanitario que incluya medicamentos y salud para todos, que sea de primera, que esté a nuestro alcance, que no nos arruine más de lo que estamos en nuestra economía, que nos de la esperanza del pan de cada día ganado con nuestro trabajo, al final nada es regalado, cada venezolano espera recuperar sus niveles de fenitoína para seguir adelante y que la convulsión no cause el daño neurológico al que tantos le tememos.
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