Cada día se hace más imperiosa la necesidad
de fortalecer el trabajo del periodista de la era digital,
también estamos en bancarrota
Juymar García
La semana pasada me invitaron a una práctica/foro de estudiantes de comunicación social donde se realizaría un programa en vivo y el tema que los jóvenes escogieron fue el ejercicio de las profesiones y cómo están viviendo los profesionales en medio de la economía actual.
Los nichos que se han abierto en la era digital han significado ciertamente oportunidades para profesionales que han visto mermar cada día más su calidad de vida, es cierto que muchos han optado por expatriarse, abandonar sus raíces y en una maleta arrojar sus sueños doblados como único equipaje, pero ¿qué sucede con los que no tuvimos otra opción que quedarnos? ¿Cómo podemos sortear los embates de estas olas que se han tornado tan altas y que cada día nos vuelven más pesimistas ante la posibilidad de un rescate?.
Los periodistas somos ingeniosos, estamos llenos de color, le ponemos dramatismo o mucha seriedad a lo que hacemos, pero somos un gremio olvidado, echado siempre a menos por los editores que confían sólo en sus ventas o clicks, los salarios de todos los profesionales están tabulados y los periodistas lejos de estar dentro de un tabulador vivimos en una eterna oferta de servicios.
Pero el tema salarial, aun siendo tan importante deja de ser relevante cuando el periodista de la era digital comienza a ejercer la profesión sin cuidar los detalles al escribir y más delicado aun al hablar ante los micrófonos de medios convencionales.
El trabajo que ha desarrollado el profesor José Alberto García Avilés con la publicación de 3500 Clichés para periodistas, un diccionario de expresiones dantescas nos pone a pensar cuántas veces no sólo como periodistas, sino como profesionales de cualquier área en las expresiones, que por uso y costumbre vamos alimentando y que se quedan como en un refranero popular arraigadas en las letras de los que escriben.
Según explicó García Avilés, “estas expresiones se suelen encontrar a boca de jarro especialmente en tres situaciones”:
Las coberturas de tragedias y accidentes: ¿Cómo son los incendios? Espantosos. ¿Qué ocurre con todas las alarmas? Se encienden. ¿Cómo son las circunstancias? Trágicas.
Los rituales, como elecciones, aniversarios, manifestaciones. ¿Cómo son todos los días? Históricos. ¿Qué hacen las polémicas? Se desatan. ¿Qué ocurre con las reacciones? Que nunca se hacen esperar.
Los deportes. ¿Qué acecha en la parte baja de la tabla? El fantasma del descenso. ¿Qué son los penaltis? Una lotería. ¿Qué cualidad tienen los goles marcados antes del descanso? Son psicológicos. Continua Avilés con su hermoso dialogo…
“Vivimos huérfanos de palabras al tiempo que estamos saturados de tanta palabrería. Sentimos que nos faltan determinados vocablos mientras abundan los charlatanes de perorata cansina e insulto fácil”. Indicó sin timidez alguna, al reconocer que lo ha utilizado.
Mediante la elaboración de este diccionario, los docentes que colaboran en el proyecto se han propuesto tres objetivos:
- Lograr la implicación de los estudiantes de periodismo, aportando clichés que identificaran en los distintos medios de comunicación.
- Conocer la amplia variedad de clichés y aprender en qué registro lingüístico podemos emplearlos.
- Ahondar en el significado de cada cliché, para ampliar nuestra riqueza expresiva.
Pero para dar un verdadero sentido digital a este diccionario, esta la tecnología que se empleará a la hora de abusar con esos 3500 clichés que es nada más y nada menos que un software de edición de textos, que permitirá que al seleccionar el texto escrito resaltará en rojo todos esos clichés, anglicismos y expresiones redundantes de cualquier escrito.
De manera tal, que no estamos muy lejos de comenzar a olvidar esa repetida frase “a la final” para describir que algo ha terminado, “hubieron” por hubo algunos, “vistes o estuviste, hicistes o dijistes” para referirse a verbos que no aceptan el plural.
Debemos permanecer atentos ante este flagelo que hace congelar la vista y que sin duda dista mucho de la ética que nos debemos a la hermosa tarea de informar, entretener y sobre todo educar.
Feliz fin de semana.
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