VOLVER A LO HUMANO
Por Caterina Valentino
En una de mis primeras columnas para este portal hablaba de una palabra que para mí ha sido bandera; la resiliencia, la capacidad para superar el dolor. Para reponernos de él y con más fuerza continuar. Hoy, he leído esa palabra por todos lados. Creo que no nos queda otra que, ante la negativa de rendirnos, aprender de esta situación compleja y dura, incorporarla a lo que somos y seguir más enteros, adoloridos sí, pero también más fuertes.
Son tiempos que a todos nos hacen más sensibles. La Navidad tiene esa particularidad y ésta, por muchas razones, es especialmente difícil.
En esta Venezuela de hoy hay sufrimiento, hay inseguridad, hay miedo, hay incertidumbre. No se ve la luz al final del túnel y eso genera más y más zozobra. Hay un clima de profunda hostilidad en la calle, la gente trata, en modo de supervivencia, hacerse de lo que necesita, para vivir. Y todo es tan complicado que en un segundo plano quedan la amabilidad y la cortesía.
Ante estas dificultades diarias que enfrenta el venezolano, que parecen interminables, hay que cuidar el centro, lo interno. Hay que alimentar ese lugar donde podamos hallar sosiego. Hay que tratar de rescatar nuestra propia dignidad. Que el afuera no perturbe el adentro. Recordaba una frase en estas mañanas de un psicólogo que decía “no le podemos caer a pastillazos al dolor”, y es así, tal cual. Estamos claros en qué es lo que nos pasa. El punto es evitar que toda esta intoxicación externa termine por acabar con las fibras internas, esas que nos hacen mejores seres humanos. Algunos especialistas han propuesto: “Reunirse todos en casa a pensar en las opciones, en cosas buenas, conversar los asuntos que son positivos, es una ayuda para salir adelante”.
Pienso, que para volver a ser lo que fuimos una vez, para seguir mirando de frente al futuro, es menester recobrar el carácter humano del venezolano. Y esto será una tarea muy difícil, porque a pesar de la realidad, tendremos que obligarnos a caminar en dirección contraria. Moverse a contracorriente suele ser fatigante pero es gratificante cuando se ven los resultados. Volvamos a RESALTAR LAS COSAS BUENAS QUE TENEMOS EN ESTE PAÍS, BASTA DE CRÍTICA.BASTA DE QUERER ACABARLO TODO. PORQUE PARECE QUE EL TODO YA NO NOS RIVE. Retomemos el contemplar al músico en la plaza (cuidándonos por supuesto), ayudamos a la señora a cruzar la calle, cedamos el puesto al anciano o la embarazada. Conservemos nuestras calles. Volvamos a saludarnos. A escuchar a los sabios, a perdernos en los chistes, buenos y malos que nos hace el venezolano. En fin, volvamos a ser lo que a fuerza de golpe y porrazo no quieren que volvamos a ser, sobre todo en ésta época cargada de una energía particular.
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