¿ELECCIONES?
Por: Luis Olavarrieta
De los 23 comicios electorales realizados, desde 1998 hasta la fecha, el expresidente Hugo Chávez y su partido de gobierno han resultado victoriosos en 20 ocasiones. Mientras que la oposición venezolana solo ha ganado en tres oportunidades: las municipales (2000), el referendo de la reforma constitucional (2007) y, más recientemente, las elecciones parlamentarias (2015).
Por años, los líderes de la revolución bolivariana han hecho público y notorio la confianza que le tienen al sistema electoral y, sobre todo, al árbitro, el CNE. Ellos se han jactado del talante democrático que los representa.
“¿Quieren que nos contemos?, pues vamos. Los hijos de Bolívar no tenemos miedo de hacer ver que somos mayoría”, palabras de Diosdado Cabello, hace algunos años. Alardear de los privilegios del sufragio, en tiempos del Chávez se volvió para el alcalde Jorge Rodríguez una constante: “Venezuela tiene una de las democracias más sólidas que existe.”
En otras ocasiones, también se le escuchado decir: “El pueblo habló y hay que respetar su deseo”, “No se metan con el árbitro electoral, el mundo sabe que nuestro sistema es ejemplo”, “No ha existido un partido que movilice más en todo el país que el PSUV.”
Por su parte, el presidente Nicolás Maduro ha destacado: “Venezuela es el país en el que se han desarrollado más procesos electorales en todo el planeta. ¿Saben cuántas elecciones hemos hecho?, tenemos récord mundial de elecciones“.
Después de mantener, por tanto tiempo, una postura tan cómoda ante las contiendas electorales, el panorama cambio de manera significativa para el chavismo. Como dicen en criollo, la tortilla se les volteó. La inflación, el desabastecimiento y la inseguridad han hecho que la popularidad se les haya venido a menos. El rechazo es contundente.
El gobierno al encontrarse con este choque buscó, a toda costa -y al parecer lo logró- frenar el referendo revocatorio, ahora enfoca toda sus fuerzas en hacer lo mismo con las elecciones regionales. Ellos están conscientes de su realidad, lo más lamentable es que los poderes públicos se presten para el juego.
¿Hasta cuándo se le va a exigir a los entes responsables el cumplimiento de las normas establecidas?, ¿vamos a aceptar que un poder político imponga su deseo por encima de la constitución?, ¿qué paso con respetar los intereses del pueblo? ¿por qué no se cuentan y escuchan el verdadero sentir de la calle?
Hoy quedó demostrado que, por sí solas, las elecciones no garantizan que un gobierno sea democrático. Actualmente, tenemos el derecho a que se efectúen, ahora el gobierno busca las mil y un vías para alejarnos de esa opción pacífica.
El deseo de todos es que se abra una ventana para la expresión. Debemos recuperar ese espacio por el cual el ciudadano debe exigirle a su representante que atienda a sus llamados. ¿Qué estamos esperando?
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