Para afrontar la crisis…
¡BUSQUE SUS “MULETAS” EMOCIONALES!
Por: María Laura García
Escribirles hoy me resulta realmente complicado y lo hago sinceramente como un ejercicio para conseguir las razones lógicas y la fuerza para hacerme de herramientas y superar el abatimiento más con ello, alejar un posible debilitamiento del organismo, es decir, la enfermedad que esto genera.
Causas de la tristeza profunda y el cansancio: la escasez de absolutamente todo, las muertes por hambre, por falta de medicamentos, por la represión y por la delincuencia; más el luto de las constantes despedidas, el adiós a los valores y el compromiso. Un cuadro con el cual es difícil lidiar pero no imposible.
Después de compartirles lo que me agobia, no es fácil encontrar razones para seguir, pero una persona ayer jueves en la mañana me dijo: -es fuerte ser protagonistas de hechos históricos, pero, sin duda, es para sentirse orgullosos el ser partícipes de acontecimientos tan determinantes, un forma positiva de evaluar el panorama. Por tanto, siento igual que ustedes mucha angustia, pero debemos respirar muy hondo e insistir en “hallar muletas”, para poder caminar lo más fácil que se pueda hacia adelante. Estamos escribiendo la historia y estamos justo en el “clímax” del relato. Entonces no desmayemos y seamos optimistas formando parte del proceso, para que siendo útiles, nuestra mente se disperse y aleje de los monstruos internos que sabotean el espíritu.
Manos a la obra, comience por identificar sus muletas, es decir, sosténganse de algo para continuar, porque aún falta un poco de camino tortuoso por transitar. Amigos, entiendan que es normal que en medio de una crisis sostenida experimentemos agotamiento permanente y abatimiento. Ahora bien, sepan que el resultado de recibir presión emocional durante más tiempo del que nuestro sistema físico y psicológico puede soportar, es el debilitamiento físico y con ello la enfermedad. Adicionalmente, desde el punto de vista psíquico, con el estrés sostenido comienzan a abundar los pensamientos catastróficos y desesperanzadores, que nos sumergen aún más en el caos orgánico que merma nuestra salud. Ante esto, quiero hacerles llegar algunas recomendaciones de diversos especialistas con los cuales he conversado y que nos pueden ayudar a protegernos y quizás a inmunizarnos:
No podemos aislarnos. Busquen mantenerse en contacto con personas positivas y traten de compartir con sus amigos más proactivos; para que cuando ustedes estén alicaídos ellos puedan levantarles emocionalmente y viceversa. Esto nos ayuda al desahogo, la distensión mental y a compartir ideas para salir de la crisis.
Dediquen un poco de su tiempo al cuidado de su cuerpo y de su salud. Hagan ejercicios, respeten en la medida de sus posibilidades sus horas de comida y de sueño. Busquen dormir bien aunque sea 6 horas.
Eviten el uso de lenguaje fatalista, las palabras de desaliento, de desesperanza, de odio, de guerra y de muerte. Uno debe evitar vibrar en esas energías para alejarlas y rechazarlas internamente cuando se las escuchamos a otros. Sin excepción, estas infunden malestar, parálisis, desasosiego, angustia, desmotivación y toda suerte de sentimientos que nos restan fuerza y creatividad.
Vean el vaso medio lleno y no medio vacío, es decir, combatan la percepción parcial negativa, o lo que es lo mismo, el hábito de enfocarnos siempre en lo que falta y en lo malo. Hagan el trabajo consciente de buscar las cosas buenas que ocurren en nuestro entorno, por más pequeñas que sean, esos diminutos milagros que la angustia nos impide ver porque siempre estamos atentos a las amenazas.
Aléjense de aquellos cuyo pasatiempo es desinflar los sueños ajenos. Me refiero a esa gente que tiene un problema para cada solución que proponemos.
No se entretenga en discursos políticos que en su mayoría tienen la intención de neutralizarnos y que generalmente no se conectan con la realidad. Propónganse a filtrar la información que reciben. No nos hagamos eco de rumores, ya que cuando lo hacemos, dejamos de usar el sentido común más perdemos el interés en la comprensión y la lógica de las cosas que vivimos, convirtiéndonos en un peón del juego fatalista.
Es vital también, en consecuencia, evitar sobre exponernos a escenarios angustiosos, saquen un poquito de tiempo para el ocio, la recreación, para la conexión con la espiritualidad, para el romance, la risa, el humor, el entretenimiento: es difícil pero aun que sea uno hora al día se puede.
Revisen dentro de ustedes y hagan un inventario de los talentos que poseen para ponerlos al servicio de la solución de la crisis colectiva que atravesamos.
Teman menos al futuro y pongan más empeño en el presente, recuerden que el mundo no se acaba y menos cuando lo decimos o lo pensamos nosotros.
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