Carlos (12 años) es hermano de Antonio (13). Ambos hijos del mismo padre y madre, viven en la misma comunidad, asisten a la misma escuela; sin embargo, son diametralmente distintos. A Carlos le cuesta asumir las frustraciones, es violento, muy silencioso, le cuesta relacionarse, con facilidad lo atrapan los miedos y muestra poca motivación por los estudios. A Antonio le va bien en los estudios, es sociable, muy espontáneo y colaborador.
Ambos sobrevivieron los efectos de una situación económica familiar que les volteó la vida. Tuvieron que mudarse, dejar el colegio privado para entrar en una escuela pública, el papá sufrió un cáncer que lo inhabilitó para el trabajo por los tratamientos agresivos a los que tuvo que someterse. .
¿Por qué la forma en que Carlos y Antonio asumen la vida es tan diferente después de ese suceso que marcó sus vidas? Ciertamente son distintos, pero además Antonio tuvo la suerte de contar con su madrina Carmen quien puso en práctica lo que en resiliencia se llama factores protectores. Roberto es un adolescente resiliente.
El término resiliencia viene del inglés resilience, y es la posibilidad que tenemos los seres humanos para superar situaciones de trauma, duelos, accidentes, desastres naturales y salir fortalecidos sin que la salida sea autoagredirnos, agredir a otros, hacernos adictos…
Factores protectores que seguramente incidieron en Roberto:
Redes de apoyo social. Contó con su madrina Carmen quien pudo brindarle soporte emocional durante y después de la crisis
Confiar en que la persona afectada es mucho más de lo que muestra. Seguramente Carmen le brindó posibilidades para que Antonio descubriera, mostrara y desarrollara sus fortalezas, la posibilidad de descubrir en la adversidad lo que hasta ese momento estaba oculto.
Comunicar sentimientos y emociones. Encontró en su madrina alguien que lo escuchara y a quien le podía expresar lo que sentía, sin sentirse juzgado. Carmen lo alentaba a que expresara su rabia, miedos, dudas, desconciertos; pero también sus intereses, motivaciones, sueños y esperanzas.
Reconocer cuando realizan una actividad o acción. La madrina reconocía cuando Antonio hacía algo bien. No solo valoraba el resultado final, sino también el esfuerzo realizado y las destrezas que había demostrado. Lo felicitaba y, cuando hacía el reconocimiento, no se quedaba en las frases “lo hiciste bien” o “está bonito”, sino argumentaba por qué le parecía importante el esfuerzo realizado.
Tener fe en que las situaciones pueden cambiar independientemente de los estragos que puedan haber generado en la vida de Antonio lo vivido. Su madrina lo apoyaba espiritualmente. Compartían momentos de oración y meditación que posibilitaban apreciar que en la vida la fe y la esperanza permiten que se trasciendan los momentos difíciles.
Disfrutar de la vida utilizando el sentido del humor, Carmen tenía salidas que le devolvían las sonrisas y mejoraban su estado anímico. No como una forma para escapar de la realidad, sino la posibilidad de ver el lado jocoso de la vida y de las circunstancias.
Aceptar a los otros por lo que son Carmen lo aceptaba tal y como era, no por lo que debería ser; aunque en algunas cosas tenían desacuerdos eso no los distanciaba. No lo comparaba con otros, ni resaltaba permanentemente sus carencias. Reconocía y valoraba sus actitudes y aptitudes, no solo en las grandes acciones sino en las cotidianas.
Estimular el sentido de la vida. Más que reflexionar con él sobre el sentido de la vida, lo invitaba a que lo que hiciera tuviera sentido para su vida. Algunos fines de semana visitaban organizaciones que atienden niños con situaciones diversas de salud, sociales, familiares…. Apoyar a otros, le daba vida a la solidaridad, empatía, solidaridad, cooperación, y de esta forma sentirse útil socialmente.
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