De la fe que mata y la que mueve montañas
Por: Luis Olavarrieta
De concretarse en 2017 la posible visita en Venezuela, como se ha enunciado, del mediático papa Francisco, seguro el Sumo Pontífice celebrará un rasgo común del venezolano, el ejercicio de la fe. Si hoy un pueblo en el mundo está probado en su apego por el Ser Supremo ese es justamente el nuestro.
Todos los días lo demuestra en sus actividades más cotidianas. En las colas para abastecerse de comida, en la búsqueda colectiva por los medicamentos que le falta al otro, en la educación que le ofrece a los hijos, en su sentido de familia y del país bueno. Y ya se sabe que no es tarea fácil.
La fe que mueve montañas es una difícil conquista, pero no imposible. Nace de la fuerza de voluntad y de la convicción que se tiene sobre un pensamiento casto, honesto. Es una creencia poderosa. Cuando se manifiesta, la razón queda sin respuesta, la ciencia en desconcierto, el sentido común pierde efecto. Una de sus acciones más sólidas es que logra convencer hasta a los más incrédulos.
Ciertamente, su ejercicio implica el seguimiento de un conjunto de principios religiosos, de normas que determinan el comportamiento moral del individuo. Representa una relación sensata, emotiva y energética con la divinidad. El creyente tiene confianza en el “Dios” que invoca. Se apega a Él convencido con la palabra.
La fe, en todos los casos, nos invita a obrar coherentemente con nuestro íntegro convencimiento. Todo comportamiento debe ser reflejo de lo que se predica, eso es ética. De allí, se activa lo valioso que cada quien tiene. Con ella se aprende a aceptar lo que no entendemos, a creer cuando resulta más fácil caer en la duda. Exhorta a continuar el camino no importando lo incierto que éste sea.
Para la actriz Tania Sarabia la fe es salud para el alma: “La risa te restablece, te da ánimo, pero la oración detona la energía positiva que necesitas, es el empuje hacia la fe, con ella estás siempre de pie”.
La comediante movilizó todas sus herramientas para vencer el cáncer de mama que padeció en el año 2002. La prevención a tiempo, la esperanza en su curación, y la lucha por su vida dispararon el milagro. Con su particular ingenio, promovió, convencida, que la lucha -sin descanso- fue parte de su alivio. Después de todo, la fe sin acción está muerta.
Las salas llenas, en todos los espacios teatrales, aclamaron no solo a la irrepetible actriz, sino a la valiente mujer que pudo salir airosa de esa desafiante prueba. La fe en ella fue la clave. Ahora asume con gratitud la más loable de sus labores, una tarea que le encomendó la vida, ser vocera de la esperanza de sobrevivencia del cáncer de mama.
Para la mayoría de las doctrinas existentes la fe debe ser la guía. En el bahaísmo representa la máxima aceptación de la autoridad divina. Mientras que el budismo exhorta a creer en ella solo a través de la enseñanza, de vivir de acuerdo a lo aprendido y aceptado. Es la certeza de lograr lo que se quiere. Fe en lo que soy, en lo que puedo alcanzar.
Por su parte, el objetivo del cristianismo encausa a sus discípulos a mantenerse alineados a ella, a través de los ideales y ejemplos de la vida de Jesús. En el islam, la fe tiene dos aspectos: reconocer y afirmar que hay un solo Creador del universo y solo a Él se le debe adorar.
El reconocido teólogo y científico británico Richard Darwkins, describe la fe como una creencia sin evidencias. Por medio de sus publicaciones afirma que esta práctica solo degrada nuestro entendimiento del mundo real, permitiendo a cualquiera realizar una declaración basada en pensamientos personales y percepciones distorsionadas.
En su libro “El espejismo de Dios”, Dawkins sostuvo que un ser sobrenatural no existe y que la creencia en un dios personal podría calificarse como un delirio, una persistente falsa de creencia.
El rechazo a la existencia del Todopoderoso es clara para el polémico investigador, sin embargo, ha dejado en la palestra pública varias interrogantes sobre fe que predican las religiones y su uso.
Poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Dawkins respondió a sus detractores: “Muchos de nosotros veíamos a la religión como una tontería inofensiva. Puede que las creencias carezcan de toda evidencia pero, pensábamos, si la gente necesitaba un consuelo en el que apoyarse, ¿dónde está el daño? El 11 de septiembre lo cambió todo. La fe revelada no es una tontería inofensiva, puede ser una tontería letalmente peligrosa.”
En nombre de Alá –término con que los musulmanes identifican a Dios- el grupo terrorista ISIS ha perpetrado por años distintos ataques terroristas. Según testigos de la reciente masacre en París -2015- , los autores gritaban “Alahu Akbar” (Alá es el más grande) mientras disparaban con armas automáticas. En diversas partes del mundo seguidores del islam han condenado los hechos que se le han adjudicado en el nombre de su religión.
Toda creencia alejada de la humanidad es un arma letal. Quienes usan el nombre de Dios desprendido del amor y el respeto desvirtúan el verdadero concepto de la fe. Por años hemos sido testigos del empleo que muchos le dan a la religión para manipular, acechar y agredir.
También es común encontrar en estos tiempos como manejamos la fe bajo nuestros propios intereses, aferrándonos en solicitudes exclusivas por nuestras necesidades. Esa vía individual carece de total efecto, porque si algo tiene la fe es que parte de lo propio hacia lo colectivo.
Abogo por las buenas voluntades, esas que suman. Por aquellas convicciones que ayudan a mantener sano el espíritu. Un alma noble, generosa y con grandes deseos logra lo anhelado, allí es donde la fe entra en juego impulsando lo “imposible”. Para que las montañas se muevan hay que ir hacia ellas, actuando con la certeza de que Dios a través de nuestros pasos nos está bendiciendo. ¡Fe con convicción VENEZUELA! La necesitamos.
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